Como ya sabes, soy un evangelizador del optimismo.
Creo que el mundo va a estar mejor y será así porque voy/vamos a construirlo. Pero ser optimista no significa ser un completo imbécil o negar la realidad como Elizabeth Holmes.
Según esta señora "En el momento en que tienes un plan de respaldo, admites que no vas a tener éxito". Algo con lo que estoy bastante de acuerdo. Aunque ella también pasó de tener una empresa de US$ 5,6 billones a literalmente nada.
Un optimista se levanta todos los días sabiendo que hay muchas cosas que pueden y van a salir mal. Que muchas cosas están rotas, podridas y muchas más se van a dañar en el camino. A pesar de eso, sigue cada día construyendo su sueño con una certeza solo comparable con la fe. Confía en su trabajo, en sus capacidades y en el valor compuesto obtenido con el tiempo y la constancia.
Morgan Housel en este magnifico artículo habla sobre esto. La idea principal es que el optimismo malentendido termina convirtiéndose en pesimismo.
Verás... el pendejo que se hace llamar optimista pero niega la realidad choca de frente contra ella, y su "súper positivismo" se transforma en cinismo cuando las cosas no salen como él quiere.
El cinismo prolongado se transforma en pesimismo del más rancio, ese que niega que cualquier cosa pueda salir bien e incluso trabaja activamente para que eso pase (¿Has escuchado hablar de las profecías autocumplidas? Pues así). "¡El mundo es una mierda que merece ser destruida!".
Aceptar la realidad implica reconocer que las cosas pueden salir mal, y a su vez, eso implica que hay que estar preparado, pero...
¿Cómo prepararse sin asumir que el plan A va a fracasar?
Esa es la pregunta que despertó en mí ese artículo.
Después de un par de semanas dándole vueltas a la cabeza, tuve mi añorado momento "Eureka":
Crear un plan B que se va a ejecutar independiente del plan A, bien sea que funcione o no.
No es un plan de respaldo, sino una etapa a ejecutar de todas formas.
Puede ser una mejora, una ampliación, un proceso... e incluso un paso hacia atrás.
Amazon es un buen ejemplo de esto:
Jeff Bezos empezó con libros y ya tenía visualizado que podía vender cualquier cosa de forma online. El plan A era vender libros y el plan B seguramente vender celulares (estoy adivinando).
Si vender libros no hubiese funcionado, solo tenía que usar lo que había construido y aprovechar su progreso para vender celulares; pero eso lo iba a hacer de todas maneras. Claro que el Plan A funcionó... quizás en parte porque no hizo un plan B que asumiera que todo iba a salir mal.
Mi buen amigo Jesús Silva me dijo mientras le hablaba de esta idea:
"Solo hay que crear suficientes etapas: Plan A, Plan A.1, Plan A.2 y así".
¿Por qué esto es importante?
Hacer un plan B puede hacer creer a tu cerebrito que el asunto no va a funcionar.
Te puede sabotear (y es casi seguro que lo hará) inconscientemente para fracasar porque quiere reducir el dolor lo máximo posible... entiéndelo, ¡Le tiene miedo al miedo!
De modo que la forma en la que programamos nuestro cerebro es muy importante.
Y por cierto, hay un par de cosas que tenemos que mencionar que también importan muchísimo.
Dos elementos que también son importantes
En 1er lugar tienes que hacer un buen plan. Esto parece obvio pero hay que decirlo.
Tu plan no puede ser algo así:
Plan A: Vender unicornios.
Plan A.1: Vender tigres dientes de sable.
Plan A.2: Vender duendes rastreadores de oro.
Tu plan tiene que tener un fundamento en la realidad. Tienes que estudiar cada elemento, comprobar todo lo que puedas y ser muy detallado.
En 2do lugar tienes que saber que el fracaso siempre es una posibilidad, pero NO es definitivo. Puedes hacer muchos planes y evitar asumir que van a fracasar con nuestro súper método de fases, pero igual puede suceder. Un optimista entiende esto e igual corre el riesgo.
Si el fracaso llega, se aprende y otra vez a la aventura.
En definitiva solo tienes que no ser un imbécil:
No asumas que las cosas van a salir mal, intenta visualizar lo que quieres con la suficiente profundidad de modo que te permita integrar toda clase de etapas y no le hagas caso al fracaso.
Si te ha gustado, compártelo para que otros dejen de hacer planes B que saboteen sus planes A 😉
Edición y revisión por Jesús Silva y Luis Rodríguez
0 comentarios