Este artículo está motivado por una pregunta simple pero con muchas sombras: ¿Cuánto de nuestra desgracia se debe al mal entendimiento de los fracasos?
En el artículo pasado hablé un poco sobre el miedo que sentía a escribir. Como me sentía atascado y sin las oportunidades de seguir adelante sin ceder a unos términos que van totalmente en contra de quien soy y quiero ser.
Esa parte "blanda" de mi, ha tenido un crecimiento exponencial en el último par de años por experiencias duras que te voy a contar un poco más adelante.
Siento que he podido superar o sobrellevar algunas pero cuando saco la cabeza del trabajo y miro a mi alrededor, veo que todo está igual y me pregunto: ¿Será que algo le está faltando a esta ecuación?
Creo que tengo una pista de que será y voy a intentar desvelarla en las siguiente líneas.
The Last Dance
Estoy viendo The Last Dance, una serie documental de Netflix donde cuentan la historia de la última temporada de los Bulls de Jordan y de Jordan en sí mismo como la superestrella de los deportes más grande que jamás ha existido.
Hay muchas cosas buenas que uno puede extraer de la serie pero creo que la constante, es que Jordan parecía no ser un ser humano normal, en el sentido de la capacidad de enfoque que tenía con respecto a sus ambiciones.
Si, Michael era un jugador talentoso pero todos, incluyéndolo, acordaban en una cosa: su super poder era estar en el presente.
Aún así fracasó varias veces, tuvo peleas dentro de la organización de los Bulls, tenía que manejar el peso de una imagen pública que nunca jamás alguien tuvo que llevar y un largo etc.
Sin embargo, jamás parecía verse afectado por las dificultades. Simplemente se enfocaba en su deporte, en ser mejor y en llevarse por delante a quien tuviese que llevarse.
Cuando ves a Jordan en algunas escenas puedes pensar: "Vaya este tipo era un egocéntrico de mierda". Y quizás si o quizás era una confianza ilimitada en sí mismo que le permitía hacer lo que fuese. ¿Cómo podríamos saberlo? Realmente no importa, porque en la práctica no había diferencia.
No era una persona agradable. La presión que ejercía sobre sus compañeros, los gritos, los maltratos y la rabia eran inmensas. Lo único que se equiparaba a la presión era el grado de apoyo y ejemplo que les daba.
Michael nunca exigía algo que no fuese capaz de hacer y bueno, estamos hablando del mejor jugador de todos los tiempos.
Y estaba dispuesto a ensuciarse las manos por su equipo. Si se tenía que entrar a coñazos por sus compañeros lo hacía. Si tenía que gritarle a alguien lo hacía. Si tenía que discutir con el referee lo hacía. Sin condiciones.
Estaba dispuesto a lo que sea para ganar. Incluso tuvo que aprender a pasar el balón en los momentos estelares.
En definitiva, Jordan tenía esa furia que lo hacía imparable.
Un recorrido a la suavidad
Cuando estaba en el Liceo Militar era muy parecido a Jordan. No podrías saber si lo mío era arrogancia/egocentrismo o un exceso de confianza. Era el Brigadier Primero más temido por los subalternos y más respetado/odiado por los oficiales.
No creo que haya logrado grandes cosas allí pero sin duda tenía algo que no siento tener en este momento de mi vida: absoluta certeza de que iba a lograr lo que sea.
Y no estoy exagerando. Mi creencia en que podía cumplir mi sueño (para ese momento) de ser presidente era completa y sin ningún tipo de reservas.
Pero el liceo pasó y llegó la universidad.
La experiencia de la universidad era algo completamente extraño para mi. Nunca fui un joven libre por el mundo y ahora estaba en la capital con la capacidad de hacer casi cualquier cosa.
Luego de 3 años de carrera llenos de insatisfacción buscando mi lugar en el mundo tuve mi momento eureka. Lo recuerdo con claridad absoluta:
4 AM. El ventilador sonando en mi habitación sin ventanas. Parcial de Filosofía del Derecho en pocas horas. En vez de estar estudiando estaba viendo vídeos de un carajo que se llama Juan Diego Gomez que habla sobre "libertad financiera" y toda esa paja mágico pendeja. Pero esa paja me interesaba tanto que podía desvelarme por ella felizmente.
La escena se hizo super nítida. Tienes dos opciones: la carrera con la que no estás satisfecho y sabes que el futuro detrás de ella te va a hacer miserable. O las ideas detrás de estos vídeos con nuevas oportunidades.
Decidí ir a por las nuevas oportunidades.
En ese momento dentro de mi ya no había certeza. Solo algo de ferocidad y una insatisfacción insufrible.
Abandoné la universidad en un proceso muy doloroso pero lo hice.
Empezó el año más pobre de mi vida. Donde todos mis gastos (pequeños porque mis padres nunca dejaron de brindarme techo y comida) salían de jugar parley y hacer cualquier tigrito posible.
Empecé a hacer diseño web por carambola.
Para 2018 mi nivel de arrogancia era tal que pedí dinero prestado para mudarme solo porque tenía un cliente fijo que me lo permitiría. Pedí prestado para comprar un carro porque pensé que ganaba más dinero de lo que realmente ganaba. Me endeudé para empezar un negocio porque pensé que sabía más sobre negocios de lo que realmente sabía.
Ese año hacía mucho dinero pero no lo suficiente para sostener ese estilo de vida. Especialmente no después de la última reconversión monetaria que hizo que algo que costaba $50 pasara a costar $200. Y que mandara para el coño a mi mejor cliente porque pensaba que yo era lo máximo.
Llegó el 2019. Uno de los peores años de mi vida. Para mi cumpleaños: no tenía clientes, apenas podía pagar el alquiler y comprar comida, debía ~$2500 USD (muchísima plata para la mayoría de los venezolanos), mi relación con Algelis era terrible y estaba profundamente deprimido.
Nunca jamás tuve que enfrentarme a algo así y no sabía ni siquiera como pedir ayuda. Con el tiempo superé la mayoría de esos problemas (aún debo plata) pero la experiencia de esos años dejó una marca grande.
De pronto ya no puedo tratar a la gente igual. Ya no puedo presionar a nadie, ya no puedo exigir, ya no puedo darle consejos a alguien sin ser extremadamente suave y pacífico. Por cualquier marisquera lloro. Ya no puedo enfrentarme a un cliente o a una persona que sé que está haciendo algo mal o malo, sin ser suave. Sin pensar: "pobrecito, quizás está dando lo mejor de si".
Todos esos atributos parecen estar bien, ¿No? Pero que pasa cuando ya no es el trato con otros sino contigo mismo. ¿Qué pasa cuando tienes que ser duro? ¿Cuando tienes que atacar?
Es como si hubiese perdido la llama.
Encontrando el "punto medio"
Sin duda las experiencias de estos últimos años han hecho que mi lado suave tenga un crecimiento exponencial y hasta este momento, yo sentía que las lecciones que debía aprender estaban de ese lado.
Pero ahora que veo a Jordan me pregunto: ¿Realmente quiero ser así de condescendiente? No solo con los demás, sino conmigo mismo. ¿Esa actitud/mentalidad va a llevarme a donde quiero ir? ¿Me va a convertir en la persona que quiero ser? ¿Me va a permitir vivir la vida que quiero vivir?
Claro que no.
Porque es muy muy muy fácil confundir esta "empatía" que tengo por el sufrimiento ajeno que veo reflejado en mis propios estados emocionales con lastima. Y hay una gran diferencia entre ser empático y tenerle lástima a alguien.
Cuando le tienes lastima a alguien no crees que esa persona sea capaz de superar su problema. Intrínsecamente, en lo más profundo, vez a esa persona como inferior.
Si esa persona eres tu mismo, te vas a estancar y vas a ir directo a la depresión una y otra vez. Ese círculo vicioso es el que he estado experimentando en los últimos meses.
Jordan era duro, no solo porque era una persona competitiva que quería ganar. Sino porque creía que todos los que llegaban a los Bulls tenían la llama para ser los mejores. Quizás no mejor que él pero si los mejores para ganar 6 títulos de la NBA y ser coronados como el mejor equipo de la historia del baloncesto.
Es una idea que he visto mucho pero que solo entiendo realmente ahora: la presión es necesaria para lograr grandes cosas. Así como un carbón necesita presión para convertirse en diamante (OMG demasiado cliché este ejemplo pero bueno).
Ahora en el proceso de transformación puede que te rompas. Y hay una diferencia entre la actitud que tomas ante ese quiebre.
Si eres feroz, vas a volver a luchar. Vas a aprender y vas a regresar a luchar más duro y con más inteligencia. Pero si eres suave, te vas a volver a romper.
Si la única lección que estás aprendiendo de tus fracasos es a ser suave entonces te vas a romper una y otra vez porque estás tratando de lograr algo para lo que no estás preparado.
Así que, la pregunta del inicio permanece sin responder: ¿Cuanto de nuestras desgracia se debe al mal entendimiento de los fracasos?
Mucho.
Si claro. Los eventos de los años pasados han hecho que pueda entender mejor lo difícil que puede ser salir de un estado mental. Salir de una racha de fracasos. Sentirse atrapado en la desgracia.
Pero no fue hasta ahora que entendí que también hay que poner presión sobre uno mismo. Hay que empujar la barrera de incomodidad. Hay que sentirse mal y hay que usar esos sentimientos como combustible para seguir en el juego. Para seguir empujando nuestro límite.
Ahora que entiendo esto me siento más enfocado en reconstruir mi llama. En ganarme mi puesto cada día. En luchar sin descanso hasta el día de mi muerte.
No solo se trata del logro. Se trata de vivir intensamente. De experimentar la vida 110% todos los días.
Porque algo también me ha quedado muy claro, especialmente frente al COVID-19: la vida se puede ir en cualquier momento y ni siquiera te vas a enterar.
Así que creo que "mi punto medio" no está en el medio. Voy a ser 80% ferocidad y 20% suavidad.
Just like Michael.
Gracias por la información. Gran aporte de esta web. Saludos!